CALLE 67, OTRORA CECILIO ACOSTA, MCBO




La grandeza de una persona no se mide por los bienes materiales que deja huérfanos en una sociedad consumista y materialista. Los hombres y mujeres de nuestra Nación deben emular las acciones civiles, académicas y literarias de un ciudadano que emergió de la pobreza extrema, hasta alcanzar el reconocimiento de una comunidad liderada por los mantuanos que solo le importaba la riqueza y los títulos nobiliarios.

El 8 de julio de 1881, muere en su ciudad natal y en la miseria, el sabio, pedagogo, profesor universitario, legislador, poeta, escritor, sociólogo y periodista Cecilio Acosta.

Hoy, recordaremos a este ciudadano orgullo de toda Venezuela, glorificado en el Zulia a través de instituciones que aportan un gran valor ciudadano a nuestro pueblo.

BIOGRAFÍA

El 1 de febrero de 1818, nace en San Diego de los Altos, actual estado Miranda, Venezuela, el gran sabio y humanista Cecilio Juan Ramón del Carmen Acosta Revete, hombre de las Letras de honorable reconocimiento.

Este personaje de la cultura venezolana fue un fino poeta, ensayista, orador, periodista, abogado y político ponderado. En Caracas estudió Latín, Filosofía e Historia Sagrada, recibiendo el título de Bachiller en Filosofía.

En 1831 ingresa al Seminario Tridentino de Santa Rosa, en Caracas, donde inicia la carrera sacerdotal y se doctora en Teología. En 1840 ingresa a la Academia de Matemáticas, donde se gradúa de agrimensor. En 1846 desiste de ser sacerdote y se inscribe en la Universidad de Caracas, donde recibe los títulos de Licenciado en Derecho Civil, y tres meses después, el de abogado. Como hombre de leyes asume la responsabilidad de redactar el primer Código Penal de Venezuela. En 1869 fue electo miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua. Como periodista se dio a conocer gracias a sus influyentes publicaciones en los periódicos La Época y El Federal.

El médico e historiador larense Lisandro Alvarado lo definió de la siguiente manera:

"Era de estatura regular, delgado y derecho, de rostro ancho y facciones abultadas, color trigueño encendido, ojos pequeños y vivaces, labios gruesos, pelo liso y negro; nunca usó barba. Vestía siempre de negro, como si tuviese que entrar en cualquier momento a la Academia, y andaba por la calle como abismado en profunda meditación, de manera que solía pasar distraído sin saludar a sus más íntimos amigos. No manifestaba en su conversación, algo monótona, las dotes que le adornaban en la tribuna; repetía una frase hasta la saciedad y giraba alrededor de un pensamiento con aquellas idas y venidas, vueltas y revueltas de la famosa ardilla de Iriarte; en ocasiones, sin embargo, brillaba con una idea radiosa que iluminaba su conversación como un relámpago. Su carácter era casi incalificable; constante en algunas cosas, inconstante en otras; de un corazón sensible e incapaz de odio; su único y grande amor fue el de su buena y virtuosa madre".

Una parroquia, una universidad (UNICA), un corredor y una calle de Maracaibo llevan su nombre.


Por: Agustín Arteaga


APOSTADORES MARACUCHOS


Dos apostadores enfermizos están mirando a la vieja del frente que tiene las piernas abiertas y dicen: - La pantaleta de la señora es negra; el otro apostador brinca y dice: - NO! es marrón... Mandan a un carajito a verificar de qué color es la pantaleta y al regresar les dice: - Se pelaron los dos, ni es negra ni es marrón… son moscas.