EL PUERTERO ANTONIO DE LA GUERRA MONTERO




Los Puertos de Altagracia, Miranda, Zulia, bautizada como "La Villa Procera", por tantos patriotas locales que dieron sus vidas por la Independencia de Venezuela, vio crecer en sus riberas a un militar que se llenó de gloria en los distintos escenarios bélicos del continente.

Ve luz por última vez del radiante sol de pacífico el puertero Antonio de Guerra Montero, hecho acaecido el 12 de julio de 1862, sorprendido por la muerte en el puerto peruano El Callao, dejándonos un hoja de servicios a favor de la patria que debería enorgullecernos.

CONOZCAMOS A ESTE VALIENTE MILITAR ALTAGRACIANO

El 7 de agosto de 1798, nace en Los Puertos de Altagracia, hoy, municipio Miranda, Zulia, Antonio de la Guerra Montero, un héroe de la Independencia suramericana olvidado en su patria, pero honrado en Perú y Ecuador, naciones a las que ayudó a independizar, sirviéndoles con desinterés y eficiencia.

En 1811 comienza a luchar en el Ejército realista, llegando hasta Nueva Granada, y luego a Guayaquil, donde su paisano, el también altagraciano León de Febres Cordero y Tomás de Heres, conjuntamente con todos los integrantes del Batallón realista Numancia, se pasan al bando de los patriotas.

De la Guerra Montero participa en las más importantes acciones en la Campaña del Sur, bajo las órdenes de Antonio José de Sucre, quien le confiere el grado de General de Brigada. Este valiente zuliano vivió en la casa de Manuelita Sáenz y fue el único venezolano que la vio morir en el pueblo de Paita, Perú.

El 12 de julio 1862, lo sorprende la muerte en El Callao, Perú, y sus restos fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima, y aquí en Venezuela no le reconocen a este altagraciano sus logros a favor de la Independencia de los pueblos suramericanos.


Por: Agustín Arteaga


APOSTADORES MARACUCHOS


Dos apostadores enfermizos están mirando a la vieja del frente que tiene las piernas abiertas y dicen: - La pantaleta de la señora es negra; el otro apostador brinca y dice: - NO! es marrón... Mandan a un carajito a verificar de qué color es la pantaleta y al regresar les dice: - Se pelaron los dos, ni es negra ni es marrón… son moscas.