JUAN DE CHOURIO, PACIFICADOR
1757, muere en Maracaibo, a los 80 años de edad, Juan de Chourio e Iturbide, fundador de la capital del actual Municipio Rosario de Perijá del estado Zulia. Se le recuerda como un hombre con pundonor, con ideales cristianos, espíritu de trabajo y constancia en sus quehaceres.
Este emprendedor había nacido en La Villa de Ascaín, España, en 1677, y reconocido en Europa como en América, como "Trantante de Negros", que llega por primera vez a tierras perijaneras en 1716 con más de 100 esclavos y con el objeto de explotar sus ricas tierras, y además, minimizar la acción bélica de los indígenas de la Sierra de Perijá.
Luego de esto, decide viajar a España para solicitar ante el Consejo de Indias el título de Pacificador de los Indios de Perijá, Cédula Real que le fue concedida el 9 de mayo de 1722 por el Rey Felipe V, otorgándole el grado de Cabo Principal de esas tierras.
Juan de Chourio tuvo muchos adversarios durante la misión principal que le había encomendado el Rey, como lo era la fundación de un pueblo en las faldas de la Sierra de Perijá; por tal motivo, los Gobernadores de Maracaibo para la época, a quienes les preocupaba el poder y el dinero de Chourio, lo denunciaban ante la Corona por múltiples delitos, lo que produjo el embargo de sus bienes por presunto comercio ilícito, pero todo fue aclarado y el Monarca lo reivindica y lo declara Leal Vasallo del Rey.
Un dato muy importante para que sirva de investigación, es que don Juan de Chourio fue uno de los primeros exportadores de cacao en Venezuela, el cual denominó Cacao Maracaibo, producto que encontró en grandes siembras naturales en nuestra sierra perijanera, y que aún permanecen, pero por no existir vías de penetración, no pueden ser extraídos al comercio local e internacional. Chourio también tuvo haciendas en el Sur del Lago de Maracaibo, donde dejó su legado y su apellido a través de generaciones de esclavos y sus descendientes, a quien siempre vieron como un buen amo. Sus últimos días los vivió en Maracaibo, en lo que conocemos hoy como plaza Baralt.
Por: Agustín Arteaga